Vente a España, esto es el paraíso,..

..la policía ni te toca"

Los guardias civiles se quedaron de piedra. Estaban escuchando una cinta grabada durante una investigación a una banda de rumanos, especializada en robos en chalés y empresas: "Hombre, vente para España, que esto es el paraíso... Que sí, que aquí la policía ni te toca".

En un largo reportaje, que Jorge A. Rodríguez publica en El País, se explica que esa "invitación" de un delincuente asentado en España a un miembro de su banda todavía en Rumanía es tan real como la confesión que un delincuente albano-kosovar, detenido en Madrid tras una cadena de golpes empresas de varios polígonos industriales, le hizo a un veterano policía cuando le preguntó por qué tenían tanto desprecio por la vida de sus víctimas, a las que habían golpeado con dureza, y por la propia:

"Sabe", le dijo con una medio sonrisa y mirándo le con fijeza a la cara, "yo era policía en Kosovo y viví la limpieza étnica".

Los funcionarios relatan estas experiencias para explicar por qué España ejerce un singular atractivo para las ma fias del Este, y también de otros países, y la razón por la que actúan con una violencia desconocida hasta hace poco por estos pagos.

ABC ofrece este domingo datos reveladores -y ciertamente preocupantes- sobre las mafias y otros grupos de delincuentes organizados que operan en España.

Los hilos son movidos por auténticas factorías del crimen, que «trabajan» todo tipo de delitos, y que tienen implantación internacional.

La dirección de estos grupos está normalmente en un país extranjero, mientras que España tienen decenas de «sucursales», de ramificaciones dirigidas por sus lugartenientes que, estas sí, pueden estar especializadas en una modalidad delictiva.

Avala esta teoría una estimación policial que afirma que el 90 por ciento de los asaltos a los chalés son obra de extranjeros.

De la misma manera que se puede hablar de una internacional del terror, con vasos comunicantes que se prestan ayudas unos a otros, quizás quepa referirse a una «internacional del crimen organizado», que cuenta con elementos absolutamente profesionales, muy fajados en el crimen y bastante violentos.

Ante este fenómeno caben dos posturas: reconocer el problema e intentar arreglarlo o achacarlo -como ha hecho el director general de la Guardia Civil- al «alarmismo y la percepción subjetiva de inseguridad».

Resulta inaceptable pensar que a los ciudadanos les gusta pasar miedo porque sí. Es de esperar que el Gobierno opte por la primera alternativa y se centre en multiplicar los medios de los que dispone el Estado para luchar contra estas multinacionales del crimen, sin parcheos ni técnicas del avestruz.

La protección y la seguridad de los ciudadanos son un derecho mayor. Porque mientras los expertos policiales aseguran que las bandas son cada vez más profesionales y «multidisciplinares» (lo hemos visto en las calles de Moratalaz con los secuestros exprés), el refuerzo dispuesto por el Ejecutivo para hacer frente a la ola de asaltos a chalés en Cataluña se basa en agentes que acaban de terminar su formación.

La improvisación gravita sobre un asunto que no surge de la noche a la mañana. Como también publica hoy este periódico, informes de Interpol alertaban hace cuatro años de este sombrío panorama delictivo. Para ello utilizaba la gráfica imagen del «mercado común del crimen».

Poco se ha hecho desde entonces para limitar los efectos de esta expansión del crimen y para devolver el sosiego a unos inquietos ciudadanos que no son «alarmistas» por reclamar que el Estado les proteja de una manera efectiva.

Fuente:Periodistadigital.com

por dilam
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chalets robos varios
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