FCBarcelona - El Barça dicta lección en Stamford Bridge

Por una vez no se salió con la suya. El juego feo, resultadista y cicatero del Chelsea no sonrió como vencedor en Stamford Bridge, donde el Barcelona, conducido por un espléndido Leo Messi, se impuso por 1-2 en el partido de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones. Remontó el gol en propia meta de Motta con otro autogol de Terry y un fulminante cabezazo de Samuel Eto'o.

Después de 49 partidos invicto como local, desde que el portugués José Mourinho fue contratado como primer técnico, el Chelsea ha conocido una derrota en Stamford Bridge. Empezaron más que prudentes ambos. El Chelsea no quería el balón, por principios. El Barcelona, escaldado, temía caer en la trampa de emocionarse demasiado y lanzarse alegremente más allá de la divisoria, donde le esperaban los azules. Poco a poco, las tendencias naturales de cada formación se fueron asentando sobre el barro y la arena de Stamford Bridge. El Chelsea había aparecido con Hernán Crespo como titular en lugar del más habitual Drogba. El Barcelona, con Motta para dar más consistencia que con Iniesta al medio campo.

Al final de la primera parte era el Barça el equipo que había abusado de la posesión del balón, el que había contado con la ocasión más clara -abortada por Cech con su mano izquierda- y el que había creado más inestabilidad emocional en la abigarrada hinchada londinense. Además, regresaba a la caseta con un hombre más en el campo por la expulsión de un acelerado y sobrepasado Asier del Horno.

El vasco protestó airadamente, pero sin razón. El cuerpo de Leo Messi puede atestiguar los daños infligidos por el lateral del Chelsea, fiel a la consigna de que sólo uno de los dos elementos pasan: o el balón, o el delantero. Jamás los dos juntos. Antes de la expulsión, Del Horno había incrustado los tacos en la pierna derecha del internacional argentino sin que el árbitro señalara ni falta. Pero en la siguiente ocasión, cuando Messi había avergonzado a Robben con un 'caño', llegó el tren de Barakaldo y atropelló al delantero.

En el banquillo, José Mourinho, entrenador local, se quejaba; no se le vio protestar por la mano de Geremi en su área, que intercepó un tiro de Márquez en el tiempo de descuento previo al descanso. Tampoco parecía enfadarle el dato de que su equipo, en más de 45 minutos, no había disparado entre los tres palos ni una sola vez.

El ritmo del gol

Con Didier Drogba ya sobre el terreno de juego, el Chelsea aumentó su ritmo. El trote cochinero del primer tiempo conducía directametne al matadero y, aunque fuera con 10 jugadores, era imprescindible meterle presión al mediocampo catalán.

El partido pasó a ser entretenido, a ritmo de goles raros, y concedió al Barcelona un abanico más amplio de posibilidades de ataque y al Chelsea su situación ideal para combinar robo y contraataque para salvarse. Del intercambio salió como primer beneficiado el equipo inglés: la falta lanzada por Terry provocó el error en el área pequeña azulgrana y, entre Motta y Valdés, concedieron el tanto a los 'Blues'.

La depresión barcelonista fue transitoria y se curó con otro golpe de fortuna (o infortunio británico). Una falta que Ronaldinho dirigió al centro del área para el remate de Larsson. Y quien remató, devolviendo la moneda de la propia meta, fue John Terry.

El último cuarto de hora enseñó lo mejor del Barça al mundo del fútbol. Leo Messi, impresionante encuentro el suyo, envió un balón al larguero, Larsson estuvo a punto de cazar una asistencia genial de Ronaldinho y, finalmente, fue Márquez quien puso en la cabeza de Eto'o el gol que sitúa al Barcelona con todo a favor para dejar a los ingleses, al equipo más incómodo del mundo, en la cuneta.

El baile final del equipo español extendió los 'olés' por toda la grada de Stamford Bridge, donde los 2.500 barcelonistas con entrada terminaron sintiéndose como en su casa.

Fuente:Elmundo.es
Autor: Fernando Llamas

por dilam
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